lunes, 29 de octubre de 2012
Salto de fe ~
Seis, cinco,cuatro... la luna brilla por sobre las cabezas.
Tres, dos, uno... la libertad latiendo dentro del pecho.
Abre los ojos, luces deslumbrantes se reparten por la ciudad. Se cierran, pensamientos como rayos inundan su mente. Vuelven a abrirse, personas diminutas como hormigas, circulan. Cierra los ojos, la felicidad la recorre dibujando una sonrisa sincera en su cara.
Cuenta de nuevo, esta vez de verdad.
Diez, nueve, ocho, siete, seis, cinco, cuatro, tres, dos, uno... Da el salto, aún con la sonrisa en el rostro. Los ojos cerrados. Hay un dejo de paz en su semblante, una felicidad genuina que ilumina cada movimiento errante. Los brazos se extienden en forma perfecta y el viento roza sus vestidos.
Abre los ojos. Los pajaritos vuelan en el cielo azul brillante. Vuelve a cerrarlos. Se empapa del olor a primavera. Ya no puede sentir el calor de la noche, su mente ha sido inundada de sensaciones nuevas.
Abre los ojos, por vez última. Ve la cornisa a lo lejos. La sensación de libertad se apodera de su cuerpo mientras cae.
Cierra los ojos, suavemente. Es mejor terminar los últimos minutos de esta forma. Se entrega completa, íntegra. Su cuerpo se estrella en el pavimento mientras el recuerdo de unos conejitos en la acera colma su mente.
Nadie entiende la sonrisa en su cara.
domingo, 16 de septiembre de 2012
Cantar de aves ~
Vicente era callado, tenía una mirada de esas que traspasa, sus ojos verdes lo escrutiñaban todo, analizando. Iba siempre acompañado de su guitarra, la cual hacía el papel de intérprete entre él y el mundo. Las melodías eran su idioma, es por esto que muchos creían que era mudo, pues no lo habían oído pronunciar palabra jamás. Sin embargo, no podían estar más equivocados.
Lo cierto es que desde el momento en que aprendió a hablar, había descubierto un singular don. En él las palabras hallaban la forma de convertirse en objeto, en materia. En él las palabras siempre fueron acto.
Con el tiempo, y en busca de no ser visto como un bicho raro, había optado por dejar que la música, siempre la música, hablara por él en forma melodiosa, inundando el espacio y mezclándose con el cantar de las alondras. Las notas salían de su guitarra formando espirales e iban a perderse lejos, desplazadas por el ruido, unas notas deformadas y negras que provoca la gente cuando habla tanto sin decir nada.
Cansado de tantos silencios y palabras no dichas por el miedo a revelar su condición, Vicente se levantó un buen día con un noble propósito escondido tras sus verdes ojos. Dejó a un lado la guitarra por única vez y emprendió su camino al mundo.
Era uno de esos días grises, el ruido de la gran ciudad había apartado los colores de ella, alejando incluso a los gorriones. La única "melodía" audible, si es que puede llamarse así, era el sonar de las bocinas de tanta gente apurada en sus vehículos mezclándose con los gritos de la misma al despotricar abiertamente frente a la falta de sesos de los "otros". Vicente recorrió las calles hasta alcanzar el centro de la ciudad, un lugar atestado de gente que curiosamente está tan falto de vida. Se detuvo en medio del mar de gente - cuyo caminar estaba ya sincronizado- manteniéndose firme en su posición pese a los empujones y reclamos proferidos por aquellos autómatas.
De pronto y sin previo aviso, comenzó a hablar. Las palabra iban saliendo una a una de su boca y se transformaban en los objetos dichos. Las primeras palabras dichas por Vicente fueron nombres de aves por lo que el cielo se fue llenando de ellas, eran de todos los tamaños y colores imaginables, incluso especies que nunca se habían visto por estos lugares se materializaban inundando el centro con sus colores y gorjeos. Luego, llamó a la lluvia, la cuál arrastró el gris de Santiago, llenando de verde los parques, aclarando el aire y dando un respiro a las flores. Las montañas recuperaron sus colores violetas, el cielo se tiñó de un celeste brillante, las nubes volvieron a ser blancas y radiantes y de esta forma la ciudad volvió a la vida.
Por último,Vicente llamó al amor, quedando este impregnado en los corazones de los transeúntes, así el ruido cesó. Ya no era posible escuchar las quejas, los gritos, las bocinas. Los "otros" habían desaparecido dando paso al vecino, al amigo. Los autómatas abandonaron su caminar sincronizado, y el reloj de la rutina dejó de funcionar. Todos ralentizaron al fin su andar para respirar el aire limpio y escuchar las melodías que rondaban en la ciudad.
Jamás se volvió a ver de nuevo a aquellas notas negras vagar por el aire.
sábado, 1 de septiembre de 2012
martes, 14 de agosto de 2012
El hombre en la Luna.
Lo sé, porque lo siento. Siento su mirada en mi nuca cuando volteo, al igual que siento sus ojos distantes cuando voy de frente.
De vez en cuando la sensación se va y se que está ocupado haciendo esas cosas que uno hace cuando vive en la Luna. Yo no sé mucho de eso, pero vivir en la Luna no debe ser fácil o eso creo. Yo vivo en una nube la mayor parte del tiempo y déjenme decirles que es bastante complicado.
Los terrestres, como al hombre de la Luna y a mí nos gusta llamarlos, parecen no disfrutar de esa volatilidad propia de los "extranjeros", los que no nacieron con los pies en la tierra. Se deben dar cuenta de esa falta de algo en los pies, ese peso que los mantiene atados. Sí, porque debe haber algo que ate a la gente a la tierra. Una especie de cuerda invisible tiene que estar en los pies, sino dónde más. Quizás, simplemente, yo no tengo pies de tierra, quizás mis pies son esponjosos como nubes. No sé, pero aunque los terrestres me quieran convencer de las fantasías de la vida en la Tierra, para mí no hay nada mejor que mi nube. A decir verdad, es una nube bastante acogedora, aunque de vez en cuando me siento un poco sola con tanto espacio.
¿Qué sentirá el hombre de la Luna? ¿Se sentirá solo?
Quién sabe, quizás por eso está siempre mirando hacia abajo. Por suerte las nubes están más cerca de la Tierra, y puedo ir de visita.
¿Se podrán comprar Pies de Tierra en algún mercado? Me conformo con algún sucedáneo, pues mis viajes a la Tierra no pretenden ser muy largos, lo suficiente para entender quizás.
Lo suficiente para entender... Quizás.
Interrogaciones, Descartes y las meditaciones metafísicas ~
lunes, 30 de julio de 2012
Marca páginas ~
Lástima que presté el libro.
miércoles, 25 de julio de 2012
Nos sentamos en esa banca húmeda -había llovido el día anterior- y te miré a los ojos.
Las palabras aun resuenan en mi mente, estridentes, -. No lo sé, supongo que en algún momento me cansé de vagar contigo por el centro .- y me quedé como tonta, intentando deshacerme de recuerdos y sentires idiotas, ignorando las preguntas que comenzaban a cuajar en mi mente. Abrí mi bolsito, tomé el libro que me habias prestado unas semanas atras y te lo devolví junto al abrigo que llevaba puesto -ese que también era tuyo- por algún motivo no sentí frío, quizás el hielo en el corazón era más fuerte. Te dirigí una última mirada, di media vuelta y me marché del lugar. No me seguiste, y me fui perdiendo en la multitud al mismo tiempo que lo iba haciendo en mi mente, mientras mi bolsito aun cargaba el regalo que pensaba darte ese día.
Es curioso, pero esa banca húmeda que vio como todo terminaba, fue la misma donde todo inició. ¿Quién sabe cuántas historias similares estén fraguadas en esas maderas y metales forjados de Quinta Normal?
sábado, 21 de julio de 2012
sábado, 7 de julio de 2012
Sucesiones ~
El jardinero abre el grifo conectado a una manguera.
El agua que salta es la ducha matinal de un grupo de perros callejeros.
Precaución Cierre de Puertas ~
Sé que mañana no tendré tanta suerte.
viernes, 6 de julio de 2012
lunes, 2 de julio de 2012
Capítulo 3: Soplan Vientos Dulces ~
domingo, 1 de julio de 2012
He renegado de todo, abrazándome a la idea estúpida de ignorar cada centímetro de lo que llevo guardado, pensando quizás que sólo de esta forma podría conseguir aprehender la libertad que ansío, pero olvidé por completo que no se puede asir la libertad, pues ella corre libre, inalcanzable siempre.
Y me encierro otra vez con todo esto, mientras siento que de a poco se me va pudriendo el corazón, y las sonrisas ya no acuden a mi cara mientras viajo en metro por la ciudad, y me he vuelto uno de aquellos tipos que detesto con el alma y eso y tantas otras cosas.
Cada paso que doy parece acercarme más al abismo, y el vértigo se apodera de mi a cada instante. No soy capaz de retroceder mientras todo da vueltas y más vueltas en un espiral infernal que no acaba nunca.
El mundo avanza rápido, pero siempre por mi lado. No estoy en él pero tampoco fuera de él, y no se dónde carajo tengo puestos los pies. Y ahí está ese maldito movimiento, ese avanzar constante, siempre vertiginoso.
Me siento caer en el abismo, esperando el momento en que me estrellaré en el suelo. Pero la caida es infinita, el abismo no tiene fondo, y continuo cayendo, cayendo, cayendo, siempre cayendo, mientras una sonrisa cruza mi cara al cuestionarme en qué puta dirección estaré yendo.
Todo ha perdido su sentido, he sufrido la peor de todas las muertes, esa muerte quijotesca. He visto morir uno a uno mis ideales. Los veo esparcidos por el piso, retociéndose en agonía, sin que exista fuerza en la tierra capaz de devolverlos a la vida. Pero a diferencia del ingenioso hidalgo, esa muerte no va acompañada de la otra muerte. Así que continúo aquí viendo como todo se derrumba, sin poder hacer nada, porque la valentía que en mi había también yace ahí en el piso.
Escribo las últimas lineas de lo que pretende ser mi chivo expiatorio frente a tanta cosa que nubla mi mente, seco las lágrimas contenidas que pude derramar, lavo mi cara y me pongo de nuevo la máscara que he estado acarreando por los últimos meses. Salgo a la calle mientras me repito una y mil veces que las cosas están bien. Quizás, sólo quizás, en algún momento llegue a creermelo de veras.-
miércoles, 27 de junio de 2012
Capítulo 2: Vida vs. Mundo ~
Capítulo 1: Volviendo atrás ~
lunes, 4 de junio de 2012
El sur tambien existe ~ Mario Benedetti
sus grandes chimeneas
sus sabios clandestinos
su canto de sirenas
sus cielos de neón
sus ventanas navideñas
su culto a dios padre
y de las charreteras
con sus llaves del reino
el norte es el que ordena
pero aquí abajo
abajo el hambre disponible
recorre el fruto amargo
de lo que otros deciden
mientras que el tiempo pasa
y pasan los desfiles
y se hacen otras cosas
que el norte no prohíbe
con su esperanza dura
el sur también existe
con sus predicadores
sus gases que envenenan
su escuela de chicago
sus dueños de la tierra
con sus trapos de lujo
y su pobre osamenta
sus defensas gastadas
sus gastos de defensa
son su gesta invasora
el norte es el que ordena
pero aquí abajo
abajo cada uno en su escondite
hay hombres y mujeres
que saben a qué asirse
aprovechando el sol
y también los eclipses
apartando lo inútil
y usando lo que sirve
con su fe veterana
el sur también existe
con su corno francés
y su academia sueca
su salsa americana
y sus llaves inglesas
con todos sus misiles
y sus enciclopedias
su guerra de galaxias
y su saña opulenta
con todos sus laureles
el norte es el que ordena
pero aquí abajo
abajo cerca de las raíces
es donde la memoria
ningún recuerdo omite
y hay quienes se desmueren
y hay quienes se desviven
y así entre todos logran
lo que era un imposible
que todo el mundo sepa
que el sur también existe
sábado, 2 de junio de 2012
Puntos Cardinales~
jueves, 31 de mayo de 2012
Rayuela ,36 ~
Julio Cortázar
lunes, 30 de abril de 2012
Solía escribir una historia.
miércoles, 25 de abril de 2012
Antes me parecía todo bien ~ Nicanor Parra
Ahora todo me parece mal
un teléfono viejo de campanilla
bastaba para hacerme el sujeto más feliz de la creación
un sillón de madera - cualquier cosa
los domingos por la mañana
me iba al mercado persa
y regresaba con un reloj de pared
-es decir con la caja del reloj-
y las correspondientes telarañas
o con una victrola desvencijada
a mi cabañisima de La Reina
donde me esperaba el Chamaco
y su señora madre de aquel entonces
eran días felices
o por lo menos noches sin dolor.
sábado, 14 de abril de 2012
Viajes en Micro ~
La micro finalmente llega, la mitad se sube sin pagar; y es que el pasaje está tan caro que si lo pagan hoy no hay pan en la mesa. La señora Juanita toma asiento, saca del bolsillo un librito y comienza a rezar; pide para que esta noche no llueva, pide para que su casa resista, pide para que este año el frío no recuerde dónde vive.
La micro avanza por las calles atestadas de vehículos, y unos paraderos más allá un ciego sube a mendigar, algunos miran por la ventana pretendiendo no escuchar, otros le tienden la mano con algunas monedas, otros le dirigen miradas de reprobación, quizás pensando que no hace lo suficiente por conseguir un trabajo. El ciego baja en el siguiente paradero para tomar otra micro y repetir la operación, y la gente parece aliviada de no estar frente a la desgracia de otro, de poder seguir pensando que tienen la peor de las suertes, porque claro la micro está llena, el día es frío, las nubes cubren el cielo, tienen un trabajo de mierda que odian, la plata no alcanza y encima se sube el ciego a recordarles que existe algo peor.
La señora Juanita sigue rezando, me acerco y como no soy creyente le pido que rece por todos esos ciegos en la micro, que no ven que el día es hermoso, que las nubes tienen formas de animales, que la lluvia en la cara nos da ese soplo de vida que tanto nos falta, y que lo mejor para pasar ese frío es tener a quien ofrecer un abrazo, a ver si así recuerdan como esbozar una sonrisa en esos rostros muertos y saborean un poquito de felicidad.
domingo, 25 de marzo de 2012
Los quiero (:
Cada día me levanto por la mañana sabiendo que al cruzar la reja de la "u" pasaré por la caseta del guardia y no me saludará ni se sabrá mi nombre, que llegaré a la puerta de la sala, y esta no dirá mi curso ni el nombre del profe, y peor aún, fuera no habrá una cara conocida esperando al mítico toque de timbre, en definitiva no estarán ustedes, es cuando me doy cuenta que la peor parte de crecer es esto, dejar atrás a quienes me dieron siempre una cara sonriente, con quienes discutí muchas veces, pero siempre logramos arreglar todo y seguir juntos, personas importantes en todo momento, momentos de risa, juegos y travesuras, pero también apoyos fundamentales en esos momentos oscuros en que siempre se necesita una luz.
Después de todo esto sólo puedo decir que no hay mejores lágrimas que las de emoción, como no hay mejores amigos que los que tengo.
miércoles, 14 de marzo de 2012
Una mirada mortal
Me siento incómoda, reviso mi ropa, no hay nada en ella, busco un espejo en mi pequeño bolsito, veo el reflejo de mi cara, y no hay nada extraño tampoco, sigo sin entender pero ahora cuando veo la expresión de la gente parece enojada. Intento seguir mi camino sin darle mayor importancia al asunto, pero ahora es la gente la que me detiene, todos se han unido para no dejarme avanzar, me retienen para tener a quien dirigir su ira.
No puedo escapar, estoy en medio de un círculo de gente furibunda. Voy a morir... lo sé, voy a morir. Ellos me asesinarán sin motivo alguno, lo harán, porque hoy... día fatídico, he resultado ser yo el objeto de su rabia cansada. Hoy, justamente hoy, tenía yo que ir pasando por la bendita calle con mi sonrisa en la cara. Eso debe haber sido, esa estúpida sonrisa que no pude dejar colgada en el armario.
Cierro los ojos y sólo espero... Espero a que ese mar de gente se abalance sobre mí, y ruego que la muerte sea rápida. Ruego para que a punta de tanta práctica y costumbre, estas personas ya sepan como asestar el golpe de forma certera.
Todo pasa muy rápido, me pierdo en el mar de gente y espero al momento final... este llega, luego la gente se dispersa, continúa su camino de forma autómata, me levanto del suelo, ya sin sonrisa, sin expresión alguna, y me uno a ellos; me uno a esa caminata infernal de no saber a dónde me dirijo, de estar en constante movimiento por miedo a sentir el vacío de la existencia misma.
Ya nada de esto me importa, pues mañana, a la misma hora, será otro el que muera.
jueves, 9 de febrero de 2012
Juego de Sombras
Casi podía sentir la respiración de la criatura que mi mente se había empeñado en crear y hacer parecer tan real. El frío sudor iba recorriendo mi espalda y los músculos agarrotados me impedían voltear a comprobar la existencia de la criatura. Incesantes espasmos atravesaban mi médula, podía sentir cómo mi cuerpo tiritaba desde la punta de los pies hasta que los temblores se perdían en el cuello, mientras intentaba reunir el coraje para voltear. Sabía que en el momento en que lograra hacerlo todo se calmaría, las sombras volverían a ser sólo siluetas de árboles en mi muralla, pero esa parte de mí que todavía tiene 4 años quería cubrirse con la sábana y gritar por mamá. Conseguí dormir a punta de cansancio acumulado y música, esperando que el imaginario asesino serial que estaba a mis espaldas decidiera no atacarme y dar media vuelta, para luego perderse en mi imaginación.
miércoles, 8 de febrero de 2012
En cuanto se encontraban con sus compañeras de viaje jugaban a armar las más absurdas oraciones... Yo las dejaba jugar.