8:00 A.M, camino sin ver caras, maldigo una vez más las
escaleras. Escucho el sonido que hacen 600 pesos al
desaparecer. Todo normal, aguardo como tantos otros. Llega mi turno de avanzar. Una vez dentro alzo la
mirada y la diviso a lo lejos, tímida; avergonzada como quien es sorprendida en una mala acción, una sonrisa. Pero las puertas se cierran. De fondo escucho el pitido infernal y una voz vacía, mientras veo cómo el milagro de
hoy se me queda mirando desde el andén hasta desaparecer.
Sé que mañana no tendré tanta suerte.
Sé que mañana no tendré tanta suerte.
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