lunes, 30 de julio de 2012

Marca páginas ~

Hay noches en que sólo me encuentro a mí misma en la dedicatoria de la primera plana de un libro, y hoy es una de aquellas.
Lástima que presté el libro.

miércoles, 25 de julio de 2012

Nos sentamos en esa banca húmeda -había llovido el día anterior- y te miré a los ojos.
Las palabras aun resuenan en mi mente, estridentes, -. No lo sé, supongo que en algún momento me cansé de vagar contigo por el centro .- y me quedé como tonta, intentando deshacerme de recuerdos y sentires idiotas, ignorando las preguntas que comenzaban a cuajar en mi mente. Abrí mi bolsito, tomé el libro que me habias prestado unas semanas atras y te lo devolví junto al abrigo que llevaba puesto -ese que también era tuyo- por algún motivo no sentí frío, quizás el hielo en el corazón era más fuerte. Te dirigí una última mirada, di media vuelta y me marché del lugar. No me seguiste, y me fui perdiendo en la multitud al mismo tiempo que lo iba haciendo en mi mente, mientras mi bolsito aun cargaba el regalo que pensaba darte ese día.
Es curioso, pero esa banca húmeda que vio como todo terminaba, fue la misma donde todo inició. ¿Quién sabe cuántas historias similares estén fraguadas en esas maderas y metales forjados de Quinta Normal?

sábado, 21 de julio de 2012

Desvanecerse como la espuma en el océano y reaparecer en el próximo romper de una ola
Viajar en un enorme barco a la nada
Naufragio,
y más dolor de cabeza ~

 (Julio, 2011)
Vuelvo a sumergirme,
otra vez esta hondonada cubierta
de cristales sucios que simulan ser cielo,
otra vez esta caja invisible
que nos separa a unos de otros.

Y la rutina que te absorbe, el tic-tac del reloj,

 el tic-tac que no se rompe, 
y el tiempo que no perdona la cobardía.


sábado, 7 de julio de 2012

Sucesiones ~


El sol asoma por la cordillera capitalina.
El jardinero abre el grifo conectado a una manguera.
El agua que salta es la ducha matinal de un grupo de perros callejeros.

Precaución Cierre de Puertas ~


8:00 A.M, camino sin ver caras, maldigo una vez más las escaleras. Escucho el sonido que hacen 600 pesos al desaparecer. Todo normal, aguardo como tantos otros. Llega mi turno de avanzar. Una vez dentro alzo la mirada y la diviso a lo lejos, tímida; avergonzada como quien es sorprendida en una mala acción, una sonrisa. Pero las puertas se cierran. De fondo escucho el pitido infernal y una voz vacía, mientras veo cómo el milagro de hoy se me queda mirando desde el andén hasta desaparecer.
Sé que mañana no tendré tanta suerte.

viernes, 6 de julio de 2012

Tú viajas en el tiempo
eres anacrónica

Estás
pero 
no estás.
(y más es lo que no estás)
-¿Eres feliz?-

una pregunta
tantas respuestas



o quizás no tantas.

lunes, 2 de julio de 2012

Quiero ser río y desbordarme sin culpa,
no tener que cargar con el deber de ser fuerte siempre.

Capítulo 3: Soplan Vientos Dulces ~


La noche se dejaba caer cuando ella llegó a casa. Tomás aun no volvía del trabajo. Lo mejor era que se dispusiera a preparar la cena cuanto antes. El viaje por la ciudad la había dejado con algo de ánimo, por lo que esta noche prepararía algo especial.
Fue hasta su habitación y buscó en un viejo baúl donde guardaba todas esas cosas que habían pertenecido a su vida anterior; aquella que había dejado atrás cuando decidió, en un arranque de locura tan propio de su personalidad cambiante, que era posible meter veinte años en unos cuantos bolsos y llevarlos a cuestas hasta un lugar distante, un lugar donde podría encontrarse de pleno con la libertad.
Poco le importaron las distancias, el dinero, o incluso la incertidumbre de no saber qué carajo iba a suceder al día siguiente, cuando la tormenta de su alma se hubiese calmado lo suficiente para permitirle pensar con mayor claridad. Es más, siempre había sido un goce ese no saber, tenía ese je’ ne sais quoi que le daba un saborcito dulce a la vida, la confortable espera de algo nuevo que lograría sorprenderla de veras. Esa fe absurda en que algo bueno llegaría a golpear su puerta la mañana siguiente.
Comenzó a revolver el contenido del baúl en busca de su antiguo cuaderno de recetas, último vestigio de lo que fuera uno de esos tantos intentos fallidos por darle forma a su vida intentando encasillarse bajo un oficio, obviamente sin resultados. Sofía era de esas personas que nacieron para serlo todo y a la vez nada. Su vida no cabía en definiciones absurdas que pretendía imponer una sociedad tecnócrata como la nuestra. Ella se regía por otras leyes, casi como si viviese en un mundo aparte al que sólo ella podía ingresar.
Retazos de pasado fueron envolviéndola en un torbellino de melancolía y recuerdos. En el momento en que decidió abrir la tapa del baúl, había liberado, sin darse cuenta, todo aquello de lo que venía escapando. El baúl se había convertido en una especie de caja de pandora personal y la búsqueda del famoso cuaderno se transformó en un reencuentro entre ella y sus memorias de adolescencia y juventud.
Postergó una vez más el llamado que hacía el pasado y se dirigió a la cocina, cuaderno en mano. Hojeó entre las recetas hasta encontrar la que andaba buscando y se dispuso a trabajar. Buscó los ingredientes necesarios, rogando al cielo que todo estuviese en la casa. No tenía ganas de dar otra incursión por la ciudad, además el mercado quedaba bastante alejado de su casa y el tiempo ya empezaba a ser escaso. Luego de unos 45 minutos tenía la cena lista.
Caminó hasta el comedor, tendió un mantel limpio sobre la mesa, puso los cubiertos y unas copas. Luego, buscó una botella de vino y dejó todo dispuesto esperando la llegada de Tomás quien debía estar por llegar. Se dirigió a la sala donde aguardó sentada al ritmo de And I love her de The Beatles, dejando que la música la transportara, por un momento fugaz, a un lugar diferente donde nada ni nadie podía alcanzarla mientras los agradables aromas de la comida bien preparada iban dominando el ambiente.

domingo, 1 de julio de 2012

Y es que tengo el corazón cansado de acarrear esta pena, esta rabia, esta desesperación inútil,tanto sentir idiota.
He renegado de todo, abrazándome a la idea estúpida de ignorar cada centímetro de lo que llevo guardado, pensando quizás que sólo de esta forma podría conseguir aprehender la libertad que ansío, pero olvidé por completo que no se puede asir la libertad, pues ella corre libre, inalcanzable siempre.
Y me encierro otra vez con todo esto, mientras siento que de a poco se me va pudriendo el corazón, y las sonrisas ya no acuden a mi cara mientras viajo en metro por la ciudad, y me he vuelto uno de aquellos tipos que detesto con el alma y eso y tantas otras cosas.
Cada paso que doy parece acercarme más al abismo, y el vértigo se apodera de mi a cada instante. No soy capaz de retroceder mientras todo da vueltas y más vueltas en un espiral infernal que no acaba nunca.
El mundo avanza rápido, pero siempre por mi lado. No estoy en él pero tampoco fuera de él, y no se dónde carajo tengo puestos los pies. Y ahí está ese maldito movimiento, ese avanzar constante, siempre vertiginoso.
Me siento caer en el abismo, esperando el momento en que me estrellaré en el suelo. Pero la caida es infinita, el abismo no tiene fondo, y continuo cayendo, cayendo, cayendo, siempre cayendo, mientras una sonrisa cruza mi cara al cuestionarme en qué puta dirección estaré yendo.
Todo ha perdido su sentido, he sufrido la peor de todas las muertes, esa muerte quijotesca. He visto morir uno a uno mis ideales. Los veo esparcidos por el piso, retociéndose en agonía, sin que exista fuerza en la tierra capaz de devolverlos a la vida. Pero a diferencia del ingenioso hidalgo, esa muerte no va acompañada de la otra muerte. Así que continúo aquí viendo como todo se derrumba, sin poder hacer nada, porque la valentía que en mi había también yace ahí en el piso.
Escribo las últimas lineas de lo que pretende ser mi chivo expiatorio frente a tanta cosa que nubla mi mente, seco las lágrimas contenidas que pude derramar, lavo mi cara y me pongo de nuevo la máscara que he estado acarreando por los últimos meses. Salgo a la calle mientras me repito una y mil veces que las cosas están bien. Quizás, sólo quizás, en algún momento llegue a creermelo de veras.-