domingo, 25 de marzo de 2012

Los quiero (:

Fue lindo verlos a todos hoy, fue lindo rodearlos con mis brazos, incluso me atrevo a decir que fue lindo cuando entre todos me tomaron y arrojaron a la piscina. Claro puse cara de  pseudo enojo y toda esa parafernalia, pero qué importa, si ahora al recordarlo es una sonrisa la que está en mi cara, qué importa si mientras tiritaba por el frío eran sus abrazos los que me daban calor, qué importa si luego eran sus risas, por mi apariencia con esa ropa gigante que me prestaron, las que consiguieron que esta tarde fuera una de las mejores. Y es que los extraño de una forma horriblemente hermosa, como nunca pensé que lo haría, y es que los quiero de la misma forma. Y qué puede ser más bello que eso, que puede ser mejor que esa simplicidad con la que nos queremos, todos a su manera, con sus locuras tan suyas, con un amor tan nuestro.
Cada día me levanto por la mañana sabiendo que al cruzar la reja de la "u" pasaré por la caseta del guardia y no me saludará ni se sabrá mi nombre, que llegaré a la puerta de la sala, y esta no dirá mi curso ni el nombre del profe, y peor aún, fuera no habrá una cara conocida esperando al mítico toque de timbre, en definitiva no estarán ustedes, es cuando me doy cuenta que la peor parte de crecer es esto, dejar atrás a quienes me dieron siempre una cara sonriente, con quienes discutí muchas veces, pero siempre logramos arreglar todo y seguir juntos, personas importantes en todo momento, momentos de risa, juegos y travesuras, pero también apoyos fundamentales en esos momentos oscuros en que siempre se necesita una luz.
Después de todo esto sólo puedo decir que no hay mejores lágrimas que las de emoción, como no hay mejores amigos que los que tengo.

miércoles, 14 de marzo de 2012

Una mirada mortal

Camino por las calles del centro de Santiago, y me miran. Me detengo, y me miran. Observo la situación, pero la gente sigue mirándome. Me miran como analizando cada cosa que hago y cada cosa que dejo de hacer, por alguna extraña razón todos han decidido fijar su atención en mí, y no entiendo que pasa.
Me siento incómoda, reviso mi ropa, no hay nada en ella, busco un espejo en mi pequeño bolsito, veo el reflejo de mi cara, y no hay nada extraño tampoco, sigo sin entender pero ahora cuando veo la expresión de la gente parece enojada. Intento seguir mi camino sin darle mayor importancia al asunto, pero ahora es la gente la que me detiene, todos se han unido para no dejarme avanzar, me retienen para tener a quien dirigir su ira.
No puedo escapar, estoy en medio de un círculo de gente furibunda. Voy a morir... lo sé, voy a morir. Ellos me asesinarán sin motivo alguno, lo harán, porque hoy... día fatídico, he resultado ser yo el objeto de su rabia cansada. Hoy, justamente hoy, tenía yo que ir pasando por la bendita calle con mi sonrisa en la cara. Eso debe haber sido, esa estúpida sonrisa que no pude dejar colgada en el armario.
Cierro los ojos y sólo espero... Espero a que ese mar de gente se abalance sobre mí, y ruego que la muerte sea rápida. Ruego para que a punta de tanta práctica y costumbre, estas personas ya sepan como asestar el golpe de forma certera.
Todo pasa muy rápido, me pierdo en el mar de gente y espero al momento final... este llega, luego la gente se dispersa, continúa su camino de forma autómata, me levanto del suelo, ya sin sonrisa, sin expresión alguna, y me uno a ellos; me uno a esa caminata infernal de no saber a dónde me dirijo, de estar en constante movimiento por miedo a sentir el vacío de la existencia misma.
Ya nada de esto me importa, pues mañana, a la misma hora, será otro el que muera.