lunes, 29 de octubre de 2012

Salto de fe ~

Diez, nueve, ocho, siete... el viento sobre la cara.
Seis, cinco,cuatro... la luna brilla por sobre las cabezas.
Tres, dos, uno... la libertad latiendo dentro del pecho.
Abre los ojos, luces deslumbrantes se reparten por la ciudad. Se cierran, pensamientos como rayos inundan su mente. Vuelven a abrirse, personas diminutas como hormigas, circulan. Cierra los ojos, la felicidad la recorre dibujando una sonrisa sincera en su cara.
Cuenta de nuevo, esta vez de verdad.
Diez, nueve, ocho, siete, seis, cinco, cuatro, tres, dos, uno... Da el salto, aún con la sonrisa en el rostro. Los ojos cerrados. Hay un dejo de paz en su semblante, una felicidad genuina que ilumina cada movimiento errante. Los brazos se extienden en forma perfecta y el viento roza sus vestidos.
Abre los ojos. Los pajaritos vuelan en el cielo azul brillante. Vuelve a cerrarlos. Se empapa del olor a primavera. Ya no puede sentir el calor de la noche, su mente ha sido inundada de sensaciones nuevas.
Abre los ojos, por vez última. Ve la cornisa a lo lejos. La sensación de libertad se apodera de su cuerpo mientras cae.
Cierra los ojos, suavemente. Es mejor terminar los últimos minutos de esta forma. Se entrega completa, íntegra. Su cuerpo se estrella en el pavimento mientras el recuerdo de unos conejitos en la acera colma su mente.
Nadie entiende la sonrisa en su cara.

domingo, 16 de septiembre de 2012

Cantar de aves ~

Para el hermano pequeño que el destino me permitió elegir
Feliz Cumpleaños ~


Vicente era callado, tenía una mirada de esas que traspasa, sus ojos verdes lo escrutiñaban todo, analizando. Iba siempre acompañado de su guitarra, la cual hacía el papel de intérprete entre él y el mundo. Las melodías eran su idioma, es por esto que muchos creían que era mudo, pues no lo habían oído pronunciar palabra jamás. Sin embargo, no podían estar más equivocados.
Lo cierto es que desde el momento en que aprendió a hablar, había descubierto un singular don. En él las palabras hallaban la forma de convertirse en objeto, en materia. En él las palabras siempre fueron acto.
Con el tiempo, y en busca de no ser visto como un bicho raro, había optado por dejar que la música, siempre la música, hablara por él en forma melodiosa, inundando el espacio y mezclándose con el cantar de las alondras. Las notas salían de su guitarra formando espirales e iban a perderse lejos, desplazadas por el ruido, unas notas deformadas y negras que provoca la gente cuando habla tanto sin decir nada.
Cansado de tantos silencios y palabras no dichas por el miedo a revelar su condición, Vicente se levantó un buen día con un noble propósito escondido tras sus verdes ojos. Dejó a un lado la guitarra por única vez y emprendió su camino al mundo.
Era uno de esos días grises, el ruido de la gran ciudad había apartado los colores de ella, alejando incluso a los gorriones. La única "melodía" audible, si es que puede llamarse así, era el sonar de las bocinas de tanta gente apurada en sus vehículos mezclándose con los gritos de la misma al despotricar abiertamente frente a la falta de sesos de los "otros". Vicente recorrió las calles hasta alcanzar el centro de la ciudad, un lugar atestado de gente que curiosamente está tan falto de vida. Se detuvo en medio del mar de gente - cuyo caminar estaba ya sincronizado- manteniéndose firme en su posición pese a los empujones y reclamos proferidos por aquellos autómatas.
De pronto y sin previo aviso, comenzó a hablar. Las palabra iban saliendo una a una de su boca y se transformaban en los objetos dichos. Las primeras palabras dichas por Vicente fueron nombres de aves por lo que el cielo se fue llenando de ellas, eran de todos los tamaños y colores imaginables, incluso especies que nunca se habían visto por estos lugares se materializaban inundando el centro con sus colores y gorjeos. Luego, llamó a la lluvia, la cuál arrastró el gris de Santiago, llenando de verde los parques, aclarando el aire y dando un respiro a las flores. Las montañas recuperaron sus colores violetas, el cielo se tiñó de un celeste brillante, las nubes volvieron a ser blancas y radiantes y de esta forma la ciudad volvió a la vida.
Por último,Vicente llamó al amor, quedando este impregnado en los corazones de los transeúntes, así el ruido cesó. Ya no era posible escuchar las quejas, los gritos, las bocinas. Los "otros" habían desaparecido dando paso al vecino, al amigo. Los autómatas abandonaron su caminar sincronizado, y el reloj de la rutina dejó de funcionar. Todos ralentizaron al fin su andar para respirar el aire limpio y escuchar las melodías que rondaban en la ciudad.
Jamás se volvió a ver de nuevo a aquellas notas negras vagar por el aire.

sábado, 1 de septiembre de 2012

Otra vez llega Septiembre y me recuerda que los pajaritos no se han olvidado de nosotros.

martes, 14 de agosto de 2012

El hombre en la Luna.

Hay un hombre que me mira desde la Luna.
Lo sé, porque lo siento. Siento su mirada en mi nuca cuando volteo, al igual que siento sus ojos distantes cuando voy de frente.
De vez en cuando la sensación se va y se que está ocupado haciendo esas cosas que uno hace cuando vive en la Luna. Yo no sé mucho de eso, pero vivir en la Luna no debe ser fácil o eso creo. Yo vivo en una nube la mayor parte del tiempo y déjenme decirles que es bastante complicado.
Los terrestres, como al hombre de la Luna y a mí nos gusta llamarlos, parecen no disfrutar de esa volatilidad propia de los "extranjeros", los que no nacieron con los pies en la tierra. Se deben dar cuenta de esa falta de algo en los pies, ese peso que los mantiene atados. Sí, porque debe haber algo que ate a la gente a la tierra. Una especie de cuerda invisible tiene que estar en los pies, sino dónde más. Quizás, simplemente, yo no tengo pies de tierra, quizás mis pies son esponjosos como nubes. No sé, pero aunque los terrestres me quieran convencer de las fantasías de la vida en la Tierra, para mí no hay nada mejor que mi nube. A decir verdad, es una nube bastante acogedora, aunque de vez en cuando me siento un poco sola con tanto espacio.
¿Qué sentirá el hombre de la Luna? ¿Se sentirá solo?
Quién sabe, quizás por eso está siempre mirando hacia abajo. Por suerte las nubes están más cerca de la Tierra, y puedo ir de visita.
¿Se podrán comprar Pies de Tierra en algún mercado? Me conformo con algún sucedáneo, pues mis viajes a la Tierra no pretenden ser muy largos, lo suficiente para entender quizás.
Lo suficiente para entender... Quizás.

Interrogaciones, Descartes y las meditaciones metafísicas ~

[El cisne tiene forma de pregunta]

Pasa la vida como un cisne                                                 
Y nadie la responde.~
La ballena que no puede ser asesinada
Y todo el mal del mundo es de color blanco. ~

El entendimiento está torcido. 
(Por la arrogancia humana).~

lunes, 30 de julio de 2012

Marca páginas ~

Hay noches en que sólo me encuentro a mí misma en la dedicatoria de la primera plana de un libro, y hoy es una de aquellas.
Lástima que presté el libro.

miércoles, 25 de julio de 2012

Nos sentamos en esa banca húmeda -había llovido el día anterior- y te miré a los ojos.
Las palabras aun resuenan en mi mente, estridentes, -. No lo sé, supongo que en algún momento me cansé de vagar contigo por el centro .- y me quedé como tonta, intentando deshacerme de recuerdos y sentires idiotas, ignorando las preguntas que comenzaban a cuajar en mi mente. Abrí mi bolsito, tomé el libro que me habias prestado unas semanas atras y te lo devolví junto al abrigo que llevaba puesto -ese que también era tuyo- por algún motivo no sentí frío, quizás el hielo en el corazón era más fuerte. Te dirigí una última mirada, di media vuelta y me marché del lugar. No me seguiste, y me fui perdiendo en la multitud al mismo tiempo que lo iba haciendo en mi mente, mientras mi bolsito aun cargaba el regalo que pensaba darte ese día.
Es curioso, pero esa banca húmeda que vio como todo terminaba, fue la misma donde todo inició. ¿Quién sabe cuántas historias similares estén fraguadas en esas maderas y metales forjados de Quinta Normal?

sábado, 21 de julio de 2012

Desvanecerse como la espuma en el océano y reaparecer en el próximo romper de una ola
Viajar en un enorme barco a la nada
Naufragio,
y más dolor de cabeza ~

 (Julio, 2011)
Vuelvo a sumergirme,
otra vez esta hondonada cubierta
de cristales sucios que simulan ser cielo,
otra vez esta caja invisible
que nos separa a unos de otros.

Y la rutina que te absorbe, el tic-tac del reloj,

 el tic-tac que no se rompe, 
y el tiempo que no perdona la cobardía.


sábado, 7 de julio de 2012

Sucesiones ~


El sol asoma por la cordillera capitalina.
El jardinero abre el grifo conectado a una manguera.
El agua que salta es la ducha matinal de un grupo de perros callejeros.

Precaución Cierre de Puertas ~


8:00 A.M, camino sin ver caras, maldigo una vez más las escaleras. Escucho el sonido que hacen 600 pesos al desaparecer. Todo normal, aguardo como tantos otros. Llega mi turno de avanzar. Una vez dentro alzo la mirada y la diviso a lo lejos, tímida; avergonzada como quien es sorprendida en una mala acción, una sonrisa. Pero las puertas se cierran. De fondo escucho el pitido infernal y una voz vacía, mientras veo cómo el milagro de hoy se me queda mirando desde el andén hasta desaparecer.
Sé que mañana no tendré tanta suerte.

viernes, 6 de julio de 2012

Tú viajas en el tiempo
eres anacrónica

Estás
pero 
no estás.
(y más es lo que no estás)
-¿Eres feliz?-

una pregunta
tantas respuestas



o quizás no tantas.

lunes, 2 de julio de 2012

Quiero ser río y desbordarme sin culpa,
no tener que cargar con el deber de ser fuerte siempre.

Capítulo 3: Soplan Vientos Dulces ~


La noche se dejaba caer cuando ella llegó a casa. Tomás aun no volvía del trabajo. Lo mejor era que se dispusiera a preparar la cena cuanto antes. El viaje por la ciudad la había dejado con algo de ánimo, por lo que esta noche prepararía algo especial.
Fue hasta su habitación y buscó en un viejo baúl donde guardaba todas esas cosas que habían pertenecido a su vida anterior; aquella que había dejado atrás cuando decidió, en un arranque de locura tan propio de su personalidad cambiante, que era posible meter veinte años en unos cuantos bolsos y llevarlos a cuestas hasta un lugar distante, un lugar donde podría encontrarse de pleno con la libertad.
Poco le importaron las distancias, el dinero, o incluso la incertidumbre de no saber qué carajo iba a suceder al día siguiente, cuando la tormenta de su alma se hubiese calmado lo suficiente para permitirle pensar con mayor claridad. Es más, siempre había sido un goce ese no saber, tenía ese je’ ne sais quoi que le daba un saborcito dulce a la vida, la confortable espera de algo nuevo que lograría sorprenderla de veras. Esa fe absurda en que algo bueno llegaría a golpear su puerta la mañana siguiente.
Comenzó a revolver el contenido del baúl en busca de su antiguo cuaderno de recetas, último vestigio de lo que fuera uno de esos tantos intentos fallidos por darle forma a su vida intentando encasillarse bajo un oficio, obviamente sin resultados. Sofía era de esas personas que nacieron para serlo todo y a la vez nada. Su vida no cabía en definiciones absurdas que pretendía imponer una sociedad tecnócrata como la nuestra. Ella se regía por otras leyes, casi como si viviese en un mundo aparte al que sólo ella podía ingresar.
Retazos de pasado fueron envolviéndola en un torbellino de melancolía y recuerdos. En el momento en que decidió abrir la tapa del baúl, había liberado, sin darse cuenta, todo aquello de lo que venía escapando. El baúl se había convertido en una especie de caja de pandora personal y la búsqueda del famoso cuaderno se transformó en un reencuentro entre ella y sus memorias de adolescencia y juventud.
Postergó una vez más el llamado que hacía el pasado y se dirigió a la cocina, cuaderno en mano. Hojeó entre las recetas hasta encontrar la que andaba buscando y se dispuso a trabajar. Buscó los ingredientes necesarios, rogando al cielo que todo estuviese en la casa. No tenía ganas de dar otra incursión por la ciudad, además el mercado quedaba bastante alejado de su casa y el tiempo ya empezaba a ser escaso. Luego de unos 45 minutos tenía la cena lista.
Caminó hasta el comedor, tendió un mantel limpio sobre la mesa, puso los cubiertos y unas copas. Luego, buscó una botella de vino y dejó todo dispuesto esperando la llegada de Tomás quien debía estar por llegar. Se dirigió a la sala donde aguardó sentada al ritmo de And I love her de The Beatles, dejando que la música la transportara, por un momento fugaz, a un lugar diferente donde nada ni nadie podía alcanzarla mientras los agradables aromas de la comida bien preparada iban dominando el ambiente.

domingo, 1 de julio de 2012

Y es que tengo el corazón cansado de acarrear esta pena, esta rabia, esta desesperación inútil,tanto sentir idiota.
He renegado de todo, abrazándome a la idea estúpida de ignorar cada centímetro de lo que llevo guardado, pensando quizás que sólo de esta forma podría conseguir aprehender la libertad que ansío, pero olvidé por completo que no se puede asir la libertad, pues ella corre libre, inalcanzable siempre.
Y me encierro otra vez con todo esto, mientras siento que de a poco se me va pudriendo el corazón, y las sonrisas ya no acuden a mi cara mientras viajo en metro por la ciudad, y me he vuelto uno de aquellos tipos que detesto con el alma y eso y tantas otras cosas.
Cada paso que doy parece acercarme más al abismo, y el vértigo se apodera de mi a cada instante. No soy capaz de retroceder mientras todo da vueltas y más vueltas en un espiral infernal que no acaba nunca.
El mundo avanza rápido, pero siempre por mi lado. No estoy en él pero tampoco fuera de él, y no se dónde carajo tengo puestos los pies. Y ahí está ese maldito movimiento, ese avanzar constante, siempre vertiginoso.
Me siento caer en el abismo, esperando el momento en que me estrellaré en el suelo. Pero la caida es infinita, el abismo no tiene fondo, y continuo cayendo, cayendo, cayendo, siempre cayendo, mientras una sonrisa cruza mi cara al cuestionarme en qué puta dirección estaré yendo.
Todo ha perdido su sentido, he sufrido la peor de todas las muertes, esa muerte quijotesca. He visto morir uno a uno mis ideales. Los veo esparcidos por el piso, retociéndose en agonía, sin que exista fuerza en la tierra capaz de devolverlos a la vida. Pero a diferencia del ingenioso hidalgo, esa muerte no va acompañada de la otra muerte. Así que continúo aquí viendo como todo se derrumba, sin poder hacer nada, porque la valentía que en mi había también yace ahí en el piso.
Escribo las últimas lineas de lo que pretende ser mi chivo expiatorio frente a tanta cosa que nubla mi mente, seco las lágrimas contenidas que pude derramar, lavo mi cara y me pongo de nuevo la máscara que he estado acarreando por los últimos meses. Salgo a la calle mientras me repito una y mil veces que las cosas están bien. Quizás, sólo quizás, en algún momento llegue a creermelo de veras.-

miércoles, 27 de junio de 2012

Capítulo 2: Vida vs. Mundo ~


Por la pequeña abertura de la puerta se colaba un exquisito aroma a comida. Ya había pasado la hora de despertar hacía un buen rato pero la incursión por la ciudad la noche anterior la había dejado francamente agotada. Tenía un hambre de los diez mil demonios y ese bendito olor parecía llamarla a gritos.
Se levantó, duchó y vistió rápidamente y se dirigió a la cocina. Al llegar, Tomás la esperaba y le regaló una sonrisa. La comida estaba exquisita. Comieron juntos, compartiendo una charla no muy profunda.
Luego de tantos años viviendo con Sofía, él sabía que no debía recordarle la noche anterior, lo mejor era dejar que los fantasmas de su vida se durmieran nuevamente. Tomás siempre la había entendido perfectamente.
Su relación era algo parecido al amor, pero sin duda no era lo mismo. No es que Sofía no lo quisiera, estaba claro que lo hacía, le gustaba mucho ese joven que una vez conociera en un paseo por Hyde Park de eso ya bastantes años, cuando ambos eran jóvenes llenos de sueños, deslumbrados por esta ciudad que empezaban a conocer.
La comunicación que lograron fue increíble, quizás se debía al hecho de que ambos habían emigrado de América Latina persiguiendo sus sueños. Esa ambición idiota de escapar de la sociedad tercermundista, de establecer una muralla a sus propias raíces e insertarse al “mundo desarrollado”, algo siempre lejano para sus países de origen. En el fondo ellos no eran muy diferentes a la sociedad de la que escapaban, estaban siempre mirando hacia afuera.
Comenzaron a salir y con el tiempo todo terminó en esta relación agradable. En la sana convivencia y entendimiento de quienes se quieren demasiado, de aquellos que se han resignado a que el amor, al menos ese amor con mayúscula no existe.
Lo cierto es que pasaban los días tranquilamente entre los colores y sonidos propios de una ciudad, creyendo estar juntos, caminando de la mano por las calles, eternamente perdidos, sin lograr encontrarse jamás.
Como muchos otros, habían transformado su existencia en una cómoda rutina, cercana a la felicidad, pero a la vez tan inmensamente lejos de ella, y quién podría culparlos por eso. En suma, es lo que la mayoría de la gente hace ante la idea de tener sólo una finita vida para encontrar a su preciada alma gemela en el vasto mundo. El eterno miedo a la soledad y el encuentro de uno mismo.
Sofía pensó que lo mejor para olvidar la fatídica noche anterior era salir a recorrer la ciudad en su fiel bicicleta, un modelo antiguo y algo pasado de moda, pero que a ella le venía muy bien. Alistó sus cosas para salir, su vieja cámara de rollo, algo de comida, su paraguas (no volvería a cometer dos veces el mismo error) y un poco de dinero, tal vez para un café, tomó su abrigo y emprendió su camino. El clima era agradable, considerando que a ella siempre le había gustado el frío, claro. Las calles aún conservaban un poco de nieve y se percibía el agradable olor a lluvia y humedad.
Los colores de la ciudad iban impregnando los pensamientos de Sofía, alejando se su memoria cualquier rastro de tristeza anterior. Recorrer esas calles mágicas con tintes de otro siglo siempre había sido su mejor terapia.

Capítulo 1: Volviendo atrás ~


“Nada, definitivamente nada, puede unirnos más en el tiempo, y pese a las distancias, que un libro.”

 ...
 
 Era una madrugada realmente fría, y allí estaba ella recorriendo otra vez las calles de un Londres que dormía. De vez en cuando se arrepentía por haber dejado el abrigo en casa, aun cuando Tomás le había advertido del frío latente. ¡Cómo le gustaba la nieve a Sofía! Le traía una especie de felicidad acuosa a su vida que parecía irse derritiendo al mismo tiempo que el sol hacía lo suyo con la blanca visitante. Todos le habían dicho que pasado un tiempo, la nieve ya no le parecería tan bonita, que empezaría a cansarla a fuerza de costumbre y medias mojadas, pero se equivocaban, luego de diez años viviendo en la cosmopolita Londres, la nieve siempre le venía como un regalo caído del cielo.
Así fue recorriendo las calles de la ciudad absorta en sus pensamientos, esos mismos que la habían obligado a levantarse de la cama y salir a esta aventura nocturna que ahora la congelaba. El sonido de sus pasos era amortiguado por la nieve amontonada en la vereda. ¿Y es que acaso importaba el sonido? Sus pensamientos la habían conducido a otra ciudad muy lejana, y esos pasos que cualquiera podría asegurar que estaban siendo dados en Oxford Street, en realidad se encontraban a kilómetros de distancia, en su natal Santiago.
De pronto se largó a llover y Sofía tuvo que interrumpir sus pensamientos para buscar refugio del agua, esperando que la lluvia sólo durara unos cuantos minutos como acostumbraba. –Idiota, todo el mundo sabe que en esta ciudad no se debe salir sin paraguas nunca- se dijo para sí. Ahora tendría que recorrer las calles desiertas con el frío que calaba los huesos, mojada y sin su abrigo.
Comenzó a mirar a su alrededor apreciando el bello paisaje que daba la ciudad cubierta por la nieve. Era extraño ver esa calle comúnmente abarrotada de turistas y compradores, ahora desierta. Recordaba sus incursiones a la calzada, donde pasaba horas mirando cómo la gente entraba y salía con bolsas y más bolsas, acarreando un montón de  paquetes y artefactos inútiles que costaban un ojo de la cara. Lo más extraño era ver sus caras de felicidad mientras acarreaban todo ese esperpento de cosas. Siempre le había producido un dejo de lástima. Esos pobres tipos no se daban cuenta que habían sido timados, probablemente llegarían a sus casas pensando en que habían salvado el día con sus nuevas y lujosas adquisiciones, mientras arrumbaban lo comprado junto a otro montón de basura inútil. Y los turistas, ¿Era necesario que viajaran tantos kilómetros sólo para ir de compras a esos lugares, si todo esto podían hacerlo desde la comodidad de sus casas visitando alguna página de internet? Por qué mejor no visitaban una sala de conciertos, de esas que se encontraban en las calles menos conocidas de la ciudad, o sólo recorrían esos maravillosos espacios cargados de historia que ofrecía este país, ¿En qué momento se había perdido el interés por esas cosas que a ella le resultaban tan apasionantes?, ¿En qué momento la sociedad se había conformado con lo poco que ofrece el consumismo exacerbado y peor aún lo disfrutaba?
La lluvia se detuvo, podía seguir su excursión nocturna en la ciudad, sin embargo algo la hizo resistirse a la idea. Dio media vuelta y emprendió el camino de regreso. Tomás debía estar esperándola, las imágenes inundaban su mente, casi podía sentir el olor del café con vainilla que le aguardaba en casa. Los recuerdos que antes la atormentaron fueron elevándose y desapareciendo como el vapor del café en el aire.

lunes, 4 de junio de 2012

El sur tambien existe ~ Mario Benedetti

Con su ritual de acero
sus grandes chimeneas
sus sabios clandestinos
su canto de sirenas
sus cielos de neón
sus ventanas navideñas
su culto a dios padre
y de las charreteras
con sus llaves del reino
el norte es el que ordena

pero aquí abajo
abajo el hambre disponible
recorre el fruto amargo
de lo que otros deciden
mientras que el tiempo pasa
y pasan los desfiles
y se hacen otras cosas
que el norte no prohíbe
con su esperanza dura
el sur también existe

con sus predicadores
sus gases que envenenan
su escuela de chicago
sus dueños de la tierra
con sus trapos de lujo
y su pobre osamenta
sus defensas gastadas
sus gastos de defensa
son su gesta invasora
el norte es el que ordena

pero aquí abajo
abajo cada uno en su escondite
hay hombres y mujeres
que saben a qué asirse
aprovechando el sol
y también los eclipses
apartando lo inútil
y usando lo que sirve
con su fe veterana
el sur también existe

con su corno francés
y su academia sueca
su salsa americana
y sus llaves inglesas
con todos sus misiles
y sus enciclopedias
su guerra de galaxias
y su saña opulenta
con todos sus laureles
el norte es el que ordena

pero aquí abajo
abajo cerca de las raíces
es donde la memoria
ningún recuerdo omite
y hay quienes se desmueren
y hay quienes se desviven
y así entre todos logran
lo que era un imposible
que todo el mundo sepa
que el sur también existe

sábado, 2 de junio de 2012

Puntos Cardinales~

Siempre se habían reído de la falta de orientación de algunas personas. No se daban cuenta que los perdidos eran ellos, que no lograban encontrarse aun cuando caminaban de la mano por las calles de Santiago.
A veces me pregunto si cuando pasas por mi estación también me buscas con la mirada esperando encontrarme, y si acaso te invade la misma melancolía agónica al saber que ya no te espero, que no guardo una sonrisa con tu nombre.

jueves, 31 de mayo de 2012

La rayuela se juega con una piedrita que hay que empujar con la punta del zapato. Ingredientes: una acera, una piedrita, un zapato, y un bello dibujo con tiza, preferentemente de colores. En lo alto está el Cielo, abajo está la Tierra, es muy difícil llegar con la piedrita al Cielo, casi siempre se calcula mal y la piedra sale del dibujo. Poco a poco, sin embargo, se va adquiriendo la habilidad necesaria para salvar las diferentes casillas (rayuela caracol, rayuela rectangular, rayuela de fantasía, poco usada) y un día se aprende a salir de la Tierra y remontar la piedrita hasta el Cielo, hasta entrar en el Cielo (Et tous nos amours, sollozó Emmanuèle boca abajo), lo malo es que justamente a esa altura, cuando casi nadie ha aprendido a remontar la piedrita hasta el Cielo, se acaba de golpe la infancia y se cae en las novelas, en la angustia al divino cohete, en la especulación de otro Cielo al que también hay que aprender a llegar.

Rayuela ,36 ~
Julio Cortázar

lunes, 30 de abril de 2012

Despertaron y contemplaron horrorizados el espacio vacío en el cerro San Cristóbal, la Virgen no estaba, se había marchado mientras la ciudad dormía.
Dicen que la vieron más tarde junto al Cristo redentor de la Universidad Católica . Y es que a nadie le gusta pasar sola el día de la madre.

Solía escribir una historia.

Solía escribir una historia, 
de viajes por Santiago, despedidas eternas, 
risas y tickets de metro, 
de lluvias capitalinas y olor a humedad, 
de flores y de perros que jugaban en los parques, 
de hojas que caían de los árboles danzando con el viento, 
de fríos de invierno y abrazos fuertes, 
de miradas tránsfugas que terminaban en beso, 
una historia de canciones que se quedan en la mente 
gorjeando cuál hermosos pajaritos de luz.
Si... solía escribir una historia, 
pero las palabras se me han quedado secas, 
¡Ay! eterno invierno, tornas en hielo mis níveas manos, 
ese hielo que de a poco, de a poquito, 
va alcanzando corazones, 
congelando para siempre mi lenguaje.
¡Ay! historia de hace tiempo,
historia del pasado, del presente y del futuro
que ya no puedes contra el frío intenso.
Hoguera dormida, que ya no templa el alma
Estrella olvidada que no cumplió el deseo
Caes ya sin paracaídas a tu muerte próxima.
¡Olvido terrible! Muerte eterna.

miércoles, 25 de abril de 2012

Antes me parecía todo bien ~ Nicanor Parra



Ahora todo me parece mal

un teléfono viejo de campanilla
bastaba para hacerme el sujeto más feliz de la creación
un sillón de madera - cualquier cosa

los domingos por la mañana
me iba al mercado persa
y regresaba con un reloj de pared
-es decir con la caja del reloj-
y las correspondientes telarañas
o con una victrola desvencijada
a mi cabañisima de La Reina
donde me esperaba el Chamaco
y su señora madre de aquel entonces

eran días felices
o por lo menos noches sin dolor.


de Hojas de parra (Santiago, Ganímedes, 1985)

sábado, 14 de abril de 2012

Viajes en Micro ~

Otro día nublado con un poco de frío. La gente espera la micro en el paradero maldiciendo al recorrido por su escasa frecuencia. El aroma de las sopaipillas los tienta a comprar, dicen que los días de frío se come más, y ellos llevan tanto allí esperando, siempre esperando. Los perros se acercan por un poco de comida, ellos también tienen frío; y en el aire se respira el olor a capital.
La micro finalmente llega, la mitad se sube sin pagar; y es que el pasaje está tan caro que si lo pagan hoy no hay pan en la mesa. La señora Juanita toma asiento, saca del bolsillo un librito y comienza a rezar; pide para que esta noche no llueva, pide para que su casa resista, pide para que este año el frío no recuerde dónde vive.
La micro avanza por las calles atestadas de vehículos, y unos paraderos más allá un ciego sube a mendigar, algunos miran por la ventana pretendiendo no escuchar, otros le tienden la mano con algunas monedas, otros le dirigen miradas de reprobación, quizás pensando que no hace lo suficiente por conseguir un trabajo. El ciego baja en el siguiente paradero para tomar otra micro y repetir la operación, y la gente parece aliviada de no estar frente a la desgracia de otro, de poder seguir pensando que tienen la peor de las suertes, porque claro la micro está llena, el día es frío, las nubes cubren el cielo, tienen un trabajo de mierda que odian, la plata no alcanza y encima se sube el ciego a recordarles que existe algo peor.
La señora Juanita sigue rezando, me acerco y como no soy creyente le pido que rece por todos esos ciegos en la micro, que no ven que el día es hermoso, que las nubes tienen formas de animales, que la lluvia en la cara nos da ese soplo de vida que tanto nos falta, y que lo mejor para pasar ese frío es tener a quien ofrecer un abrazo, a ver si así recuerdan como esbozar una sonrisa en esos rostros muertos y saborean un poquito de felicidad.

domingo, 25 de marzo de 2012

Los quiero (:

Fue lindo verlos a todos hoy, fue lindo rodearlos con mis brazos, incluso me atrevo a decir que fue lindo cuando entre todos me tomaron y arrojaron a la piscina. Claro puse cara de  pseudo enojo y toda esa parafernalia, pero qué importa, si ahora al recordarlo es una sonrisa la que está en mi cara, qué importa si mientras tiritaba por el frío eran sus abrazos los que me daban calor, qué importa si luego eran sus risas, por mi apariencia con esa ropa gigante que me prestaron, las que consiguieron que esta tarde fuera una de las mejores. Y es que los extraño de una forma horriblemente hermosa, como nunca pensé que lo haría, y es que los quiero de la misma forma. Y qué puede ser más bello que eso, que puede ser mejor que esa simplicidad con la que nos queremos, todos a su manera, con sus locuras tan suyas, con un amor tan nuestro.
Cada día me levanto por la mañana sabiendo que al cruzar la reja de la "u" pasaré por la caseta del guardia y no me saludará ni se sabrá mi nombre, que llegaré a la puerta de la sala, y esta no dirá mi curso ni el nombre del profe, y peor aún, fuera no habrá una cara conocida esperando al mítico toque de timbre, en definitiva no estarán ustedes, es cuando me doy cuenta que la peor parte de crecer es esto, dejar atrás a quienes me dieron siempre una cara sonriente, con quienes discutí muchas veces, pero siempre logramos arreglar todo y seguir juntos, personas importantes en todo momento, momentos de risa, juegos y travesuras, pero también apoyos fundamentales en esos momentos oscuros en que siempre se necesita una luz.
Después de todo esto sólo puedo decir que no hay mejores lágrimas que las de emoción, como no hay mejores amigos que los que tengo.

miércoles, 14 de marzo de 2012

Una mirada mortal

Camino por las calles del centro de Santiago, y me miran. Me detengo, y me miran. Observo la situación, pero la gente sigue mirándome. Me miran como analizando cada cosa que hago y cada cosa que dejo de hacer, por alguna extraña razón todos han decidido fijar su atención en mí, y no entiendo que pasa.
Me siento incómoda, reviso mi ropa, no hay nada en ella, busco un espejo en mi pequeño bolsito, veo el reflejo de mi cara, y no hay nada extraño tampoco, sigo sin entender pero ahora cuando veo la expresión de la gente parece enojada. Intento seguir mi camino sin darle mayor importancia al asunto, pero ahora es la gente la que me detiene, todos se han unido para no dejarme avanzar, me retienen para tener a quien dirigir su ira.
No puedo escapar, estoy en medio de un círculo de gente furibunda. Voy a morir... lo sé, voy a morir. Ellos me asesinarán sin motivo alguno, lo harán, porque hoy... día fatídico, he resultado ser yo el objeto de su rabia cansada. Hoy, justamente hoy, tenía yo que ir pasando por la bendita calle con mi sonrisa en la cara. Eso debe haber sido, esa estúpida sonrisa que no pude dejar colgada en el armario.
Cierro los ojos y sólo espero... Espero a que ese mar de gente se abalance sobre mí, y ruego que la muerte sea rápida. Ruego para que a punta de tanta práctica y costumbre, estas personas ya sepan como asestar el golpe de forma certera.
Todo pasa muy rápido, me pierdo en el mar de gente y espero al momento final... este llega, luego la gente se dispersa, continúa su camino de forma autómata, me levanto del suelo, ya sin sonrisa, sin expresión alguna, y me uno a ellos; me uno a esa caminata infernal de no saber a dónde me dirijo, de estar en constante movimiento por miedo a sentir el vacío de la existencia misma.
Ya nada de esto me importa, pues mañana, a la misma hora, será otro el que muera.

jueves, 9 de febrero de 2012

Juego de Sombras

Las sombras se arremolinaban en las paredes formando siluetas, mi corazón latía fuerte, estaba aterrorizada, era como tener cuatro años de nuevo.
Casi podía sentir la respiración de la criatura que mi mente se había empeñado en crear y hacer parecer tan real. El frío sudor iba recorriendo mi espalda y los músculos agarrotados me impedían voltear a comprobar la existencia de la criatura. Incesantes espasmos atravesaban mi médula, podía sentir cómo mi cuerpo tiritaba desde la punta de los pies hasta que los temblores se perdían en el cuello, mientras intentaba reunir el coraje para voltear. Sabía que en el momento en que lograra hacerlo todo se calmaría, las sombras volverían a ser sólo siluetas de árboles en mi muralla, pero esa parte de mí que todavía tiene 4 años quería cubrirse con la sábana y gritar por mamá. Conseguí dormir a punta de cansancio acumulado y música, esperando que el imaginario asesino serial que estaba a mis espaldas decidiera no atacarme y dar media vuelta, para luego perderse en mi imaginación.
Cuando desperté, la mañana siguiente, todavía sentía mis 4 años palpitantes dentro de mí. Esperaba que mi madre entrara en mi habitación en cualquier momento y me envolviera con el viejo chal de lana, me llevara en vilos a su auto para dejarme en casa de mi abuela mientras ella iba a trabajar, y por un breve instante, no más de diez segundos, pude sentir que yo aun quería a mi padre.

miércoles, 8 de febrero de 2012

Me asomé a la ventana a ver las flores del jardín como cualquier otro día de verano. La sorpresa fue grande cuando descubrí que tus palabras se habían quedado enredadas en ellas, al parecer viajaron con el viento la noche anterior en pequeños susurros, pero encontraron mi ventana cerrada. 
Salí al jardín con un cesto y empecé a recolectarlas, eran un poco traviesas como tú e intentaban esconderse, me costó bastante trabajo tenerlas a todas juntas.
En cuanto se encontraban con sus compañeras de viaje jugaban a armar las más absurdas oraciones... Yo las dejaba jugar.
Por la noche las intenté reagrupar, quería saber el mensaje que traían, pero nada más tocarlas las letras comenzaron a caer una a una y de pronto me encontré en medio de un desparramo de palabras desmembradas. 
No pude saber qué me decías, pero prometo dejar la ventana abierta esta noche e intentarlo de nuevo.



martes, 7 de febrero de 2012

Hola (: acabo de iniciar este nuevo blog esperando poder plasmar en palabras lo que sea que quiera mi imaginación