jueves, 23 de junio de 2016

Are You Afraid of The Dark?

It was going to be one of those nights, just like every other night. It had always been the same during all my life. I was in my room ready to sleep, but there were the shadows revolving around, forming terrifying patterns and silhouettes in the walls and suddenly turning into horrible creatures. For a moment I felt that I was five again and the thought of it frightened me. While I was in the dark, I could feel my heart beating as the intensity of my fear grew bigger and bigger. I tried in vain to conciliate sleep and to have some rest. I tried to ignore the outragious sounds coming from behind my door, getting always closer, but it was impossible.
The fights and usual screams came to me gradually. They reminded me how I used to attribute those horrible noises to the monsters that I believed inhabited my house. I could almost feel their breath in my neck as if they were real again. The cold sweat was going down my spine numbing me. I remembered how I use to try to turn around to see the creatures even though I was frozen with horror. I remebered how much I shivered incapable of any form of control while I was trying to find the courage to look around. I had the feeling that everything would have vanished as soon as I had done that. The shadows, the monsters, the silhouettes, the sounds. But, instead I barely managed to take cover under the blankets and cry for my mom. I always succeeded in falling asleep – gradually - after a couple of hours when I was tired enough, still hearing those voices which at some point in the night started to seem less monstrous and more and more familiar. I had never been quite sure if it was just a dream but sometimes I could almost recognize my dad.
Things weren’t different that night either. After a while, I finally fell asleep just like every other night. When I woke up at morning I could still feel my five years old trembling inside of me. I was expecting my mother to come inside the room anytime and pick me up. This time I knew it. It was never a dream and for a brief moment -no longer than ten seconds- I still loved my father.

viernes, 22 de marzo de 2013

Samanta: ¿Alguna vez te has sentido perdido, Horacio? ¿Como si arriba o abajo no significaran gran cosa?
Es verdad, nunca supe leer mapas, ni siquiera las líneas de mi mano parecían desentrañar mi destino. ¿Dónde estaba yo en el aquí y ahora que ya fueron? Quizá por eso siempre anduve dando tumbos, casi como tanteando el piso con las manos en medio de la noche. Sin embargo, el papel de viajera constante de la incertidumbre me valió mis mejores aventuras.-
Horacio: Mi vida ha sido siempre oscuridad, me debato en el límite y lo sabes. Tú fuiste ese claro de sol en un día nublado, siempre supe que no sería eterno. Tú y yo fuimos como dos pájaros que se estrellan al vuelo. Nos alimentamos de quimeras por demasiado tiempo y éstas fueron nuestra propia muerte y entierro. Este laberinto de girasoles que es la vida es nuestra tumba, nos vamos condenando poco a poco, sin saberlo. Somos esos seres privilegiadamente errantes, ya sabes, eternos matadores de brújulas. Quedarnos por demasiado tiempo siempre será un error.-
Samanta: El problema es que no podemos evitarlo-
Horacio: ¿Evitar qué, Samanta?-
Samanta: Este sentimiento de sabernos perdidos. He visto a muchos en mi vida…
Horacio: ¿Quiénes?
Samanta: Ellos, los ciegos. Los que caminan por las calles con su traje perfectamente planchado y los zapatos lustrosos. Ellos, que no pueden darse cuenta, que no son conscientes que los perdidos somos todos.
Hacen su vida normal, asidos al piso por una extraña fuerza. Ellos, que se han olvidado de volar, que han perdido el brillo en los ojos.
Es cierto, puedo no saber dónde estoy. Quizás nunca podré llamar a algo hogar, pero sabes… no me he olvidado de volar. 
No tengo Norte ni Sur, ni Tierra que llamar Nación. Pero vivo, Horacio. ¡Por Dios que vivo!

miércoles, 6 de febrero de 2013

Vienes y vas con la primavera,
golondrina de viento
efímera, incorpórea.
Te espero entre los primeros días de Septiembre,
te veo venir en cada susurro.
Mas nunca anidas.
Vienes y vas con la primavera,
de punto en punto.
Alondra sin nación,
sólo a ti te perteneces.
Emprendes el vuelo y retornas entre cantos
y brillas cual fugaz estrella.
Gorrión de corazón tierno
¿Dónde habitas cuando no estás conmigo?
Déjame entrar en tu mundo.
Quiero compartirte sólo con el viento.
Vienes y vas con la primavera,
y hoy ya cayó la última hoja de otoño.

lunes, 29 de octubre de 2012

Salto de fe ~

Diez, nueve, ocho, siete... el viento sobre la cara.
Seis, cinco,cuatro... la luna brilla por sobre las cabezas.
Tres, dos, uno... la libertad latiendo dentro del pecho.
Abre los ojos, luces deslumbrantes se reparten por la ciudad. Se cierran, pensamientos como rayos inundan su mente. Vuelven a abrirse, personas diminutas como hormigas, circulan. Cierra los ojos, la felicidad la recorre dibujando una sonrisa sincera en su cara.
Cuenta de nuevo, esta vez de verdad.
Diez, nueve, ocho, siete, seis, cinco, cuatro, tres, dos, uno... Da el salto, aún con la sonrisa en el rostro. Los ojos cerrados. Hay un dejo de paz en su semblante, una felicidad genuina que ilumina cada movimiento errante. Los brazos se extienden en forma perfecta y el viento roza sus vestidos.
Abre los ojos. Los pajaritos vuelan en el cielo azul brillante. Vuelve a cerrarlos. Se empapa del olor a primavera. Ya no puede sentir el calor de la noche, su mente ha sido inundada de sensaciones nuevas.
Abre los ojos, por vez última. Ve la cornisa a lo lejos. La sensación de libertad se apodera de su cuerpo mientras cae.
Cierra los ojos, suavemente. Es mejor terminar los últimos minutos de esta forma. Se entrega completa, íntegra. Su cuerpo se estrella en el pavimento mientras el recuerdo de unos conejitos en la acera colma su mente.
Nadie entiende la sonrisa en su cara.